jueves, 27 de mayo de 2010

Eusebio Ruvalcaba escribe "Con los oídos abiertos" sobre la revista Los Bastardos de la Uva.


Periódico "El Financiero".. Lunes 10 de Mayo de 2010.
Con Los oídos abiertos. Los bastardos de la uva.
Eusebio Ruvalcaba

1)Vengo en son de paz. Vengo a celebrar la aparición de una revista literaria. En este caso de Los bastardos de la uva. Ricardo Lugo-Viñas, su director; Luis Enrique Aguilar Ramos, su jefe de redacción, y Eduardo Fernández de Lara, el encargado de difusión y distribución, figuran en primer término como corresponsables; en seguida aparecen Israel Miranda como director de arte, Max Rojas como asesor editorial –más un consejo, cuyos nombres da hueva citar.

2) Felicidades por esta empresa, pero no saben en la que se meten.

3) Este primer número es representativo. Diseñado con muy buen gusto, es más que obvia su inclinación por el alcohol –en el nombre lleva la penitencia. Por ejemplo, la fotografías de Iván R Vásquez, que revelan a un artista directo, incomplaciente, de plano seducido más por la hondura que por la forma, y que así pasa revista a una serie de borrachos callejeros –me busqué ahí pero no me encontré– que bien habla de la podredumbre humana paro también de un estado paradisiaco de vida. Por ejemplo, las alusiones al trago en la portada, en las semblanzas de ciertos autores, en el eslogan: letras de la errancia para trastabillar en las cantinas. Por ejemplo, en el tufo de la revista, que despide un olor entre mezcal y etiqueta negra –etiqueta de calzón femenino, me refiero.

4) En lo que se refiere al contenido, la prosa campea al lado del verso en un balance afortunado. Aunque los textos son desiguales en su calidad literaria. Pues hay que insistir en que el alcohol no es garantía de nada. No porque se escriban textos que enaltezcan u honren al alcohol, habrán de ser textos solventes. Esto obliga a cerrar la pinza y advertir en los textos sus limitaciones.

6) Es difícil toparse con una revista literaria en que cohabiten autores inéditos con autores con obra publicada (buena o mala). Por regla general, los segmentos son muy claros. Determinadas revistas tienen un letrero que dice en la portada a 8 puntos: "Aquí sólo publicamos a premios nacionales". Otras: "En esta revista sólo verán la luz textos ya publicados en suplementos culturales españoles" Ojalá hubiera una que dijera: "Aquí sólo publicamos textos rechazados". Pero Los bastardos de la uva es tan desparpajada como la vecina de arriba que todos espiamos y apenas unos cuantos le dirigen la palabra. Es tan libre que por andar a campo traviesa brincando entre las matas alguien la va a tener a tiro y le va a disparar. Y ojalá le den a alguna falta de ortografía que abundan en la revista. ¿No se podría ser más severo en eso? Digo, que aun con un caballito de tequila los gazapos brincan como palomitas de maíz. Se podría organizar un concurso haber quién encuentra más yerros. En fin. No se saquen de onda. Que tire la primera piedra el que esté libre de culpa...

7) Como todas la revistas literarias, Los bastardos de la uva nace en contra de algo: en este caso, del bastión de poder que significa cualquier revista. Pero es casi imposible desafanarse de la maquinaria que implica echar a andar un proyecto semejante. Tarde o temprano, cualquier revista literaria acaba ponderando lo que en un momento criticó. Muy revista independiente, pero va a terminar navegando en el pantano de la complacencia. Y uno se preguntaría: ¿hay modo de evitar ahogarse en el miasma de la adulación? Sí lo hay, por supuesto; pero es casi imposible salirse.

8)Como yo lo veo, el único modo de evitar el cultivo de la parcela mafiosa es cancelando la publicación de una misma persona un número tras otro. Al carajo, sea quien sea no debe publicar dos número seguidos. Ni tres. Excepto los columnistas, que generan lectores, el resto tiene que formarse como cuando se compran las tortillas. Si no sabe esperar, que se vaya a otra revista.